Hoy, por medio de un lenguaje poético, vamos a disfrutar de varias historias, porque la poesía está en todas partes y también dentro de nuestras casas.
Amor en el jardín de infantes
Tenían nombres bordados
en el guardapolvos nuevo.
Estrenaban la mochila
y los zapatos de cuero.
El primer día de clases
se encontraron en el tren,
tren de manos que llegaba
hasta la sala de tres.
Se sentaron los dos juntos
en la mesa de la esquina
y empezaron a moldear
su amor con plastilina.
Desde su balcón de nubes,
los espiaba un sol travieso
cuando al salir al recreo
se regalaron un beso.
Cada vez que se miraban
les crecía la sonrisa
y escribían que se amaban,
con monigotes de tiza.
Y daban la vuelta al mundo
viajando en la calesita.
Con su espada de juguete,
él siempre la protegía
de los monstruos chiquititos
y fantasmas de mentira.
Preocupada la maestra,
pensó que era muy extraño
encontrar huellas de amor
en la sala de tres años.
Como no había permiso
de amor en el reglamento,
los llevó a la dirección
para darles escarmientos.
Y entonces la directora
los retó por su imprudencia,
envió una nota a sus padres
y los puso en penitencia.
Al noviazgo irregular
decidió ponerle fin.
Prohibió TER-MI-NAN-TE-MEN-TE
el amor en el jardín.
Los vigilaron de cerca
en las semanas siguientes
para que no resurgiera
Ese amor impertinente.
Pero ellos dos se quisieron
a escondidas de los grandes
que creen que a los tres años
no es buena edad para amarse.
Porque no puede prohibirse
tanto amor en miniatura,
cuando guarda en los bolsillos
garabatos de ternura.
en el guardapolvos nuevo.
Estrenaban la mochila
y los zapatos de cuero.
El primer día de clases
se encontraron en el tren,
tren de manos que llegaba
hasta la sala de tres.
Se sentaron los dos juntos
en la mesa de la esquina
y empezaron a moldear
su amor con plastilina.
Desde su balcón de nubes,
los espiaba un sol travieso
cuando al salir al recreo
se regalaron un beso.
Cada vez que se miraban
les crecía la sonrisa
y escribían que se amaban,
con monigotes de tiza.
Y daban la vuelta al mundo
viajando en la calesita.
Con su espada de juguete,
él siempre la protegía
de los monstruos chiquititos
y fantasmas de mentira.
Preocupada la maestra,
pensó que era muy extraño
encontrar huellas de amor
en la sala de tres años.
Como no había permiso
de amor en el reglamento,
los llevó a la dirección
para darles escarmientos.
Y entonces la directora
los retó por su imprudencia,
envió una nota a sus padres
y los puso en penitencia.
Al noviazgo irregular
decidió ponerle fin.
Prohibió TER-MI-NAN-TE-MEN-TE
el amor en el jardín.
Los vigilaron de cerca
en las semanas siguientes
para que no resurgiera
Ese amor impertinente.
Pero ellos dos se quisieron
a escondidas de los grandes
que creen que a los tres años
no es buena edad para amarse.
Porque no puede prohibirse
tanto amor en miniatura,
cuando guarda en los bolsillos
garabatos de ternura.
“Amor en el jardín de infantes” de Liliana Cinetto.
En 20 poesías de amor y un cuento desesperado.
© Editorial Atlántida.
Un secreto de amor
Tengo un secreto de amor
escondido en el bolsillo.
Es un secreto pequeño
envuelto en miedos sencillos.
Tiene sólo cuatro letras,
cuatro letras que te nombran,
que sólo encuentran mi voz
al abrigo de las sombras.
Mi secreto se acurruca
en la esquina del silencio
y te espía desde un libro
cuando estoy en el colegio.
Roba a veces tu sonrisa
y con hilos invisibles
la hilvana a este amor que crece
en tierras de lo imposible.
Se alimenta en la penumbra
con retazos de palabras
que no encuentran el camino
para llegar a tu alma.
Y cuando no te das cuenta,
se asoma hasta tu mirada
y calma su sed inmensa
bebiendo a sorbos mis lágrimas.
Mi secreto se disfraza
con pretextos y mentira
y solamente la luna
sabe esta verdad prohibida.
Las estrellas son guardianes
que vigilan mi secreto
para que nunca se escape
por la ventana del sueño.
En horizontes de otoño
se deshoja mi esperanza
y se mueren sin caricias
mis manos que no te alcanzan.
Porque no puedo gritarlo
y porque nadie lo sabe
duele tanto este secreto
guardado con siete llaves.
Y mi amor fue condenado
al abismo del olvido
porque estoy enamorado
de la novia de mi amigo.
escondido en el bolsillo.
Es un secreto pequeño
envuelto en miedos sencillos.
Tiene sólo cuatro letras,
cuatro letras que te nombran,
que sólo encuentran mi voz
al abrigo de las sombras.
Mi secreto se acurruca
en la esquina del silencio
y te espía desde un libro
cuando estoy en el colegio.
Roba a veces tu sonrisa
y con hilos invisibles
la hilvana a este amor que crece
en tierras de lo imposible.
Se alimenta en la penumbra
con retazos de palabras
que no encuentran el camino
para llegar a tu alma.
Y cuando no te das cuenta,
se asoma hasta tu mirada
y calma su sed inmensa
bebiendo a sorbos mis lágrimas.
Mi secreto se disfraza
con pretextos y mentira
y solamente la luna
sabe esta verdad prohibida.
Las estrellas son guardianes
que vigilan mi secreto
para que nunca se escape
por la ventana del sueño.
En horizontes de otoño
se deshoja mi esperanza
y se mueren sin caricias
mis manos que no te alcanzan.
Porque no puedo gritarlo
y porque nadie lo sabe
duele tanto este secreto
guardado con siete llaves.
Y mi amor fue condenado
al abismo del olvido
porque estoy enamorado
de la novia de mi amigo.
“Un secreto de amor” de Liliana Cinetto.
En 20 poesías de amor y un cuento desesperado.
© Editorial Atlántida.
Para terminar, los invitamos a jugar con un desafío del cuento que leímos en la primera entrega.
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